El vinagre de manzana
Desde el año 3000 a.C ya hay registros del uso de vinagre en las civilizaciones Babilónica y Egipcia. En China, también hay documentos que explican que algunas casas nobles y de la realeza tenían utensilios para fabricar vinagre.
No es de extrañar que el vinagre tenga siglos de historia. ¿Qué hay más natural que olvidarse una botella de vino, o un poco de sidra o zumo de frutas y descubrir al cabo de los días que han empezado a fermentar? Así de sencillo fue el nacimiento de muchos tipos de vinagre que consumimos hoy en día.
¿Cómo funciona el proceso?
Las primeras en intervenir son las levaduras, que actúan en medios con oxígeno reducido. Las levaduras degradan los azúcares presentes en la fruta (en el caso del vinagre de manzana) y producen alcohol y dióxido de carbono. A continuación, con una mayor presencia de oxígeno, las bacterias se suman a la fiesta produciendo aminoácidos y otros componentes.
Con el tiempo, este proceso se ha mecanizado, y ahora cada uno de los pasos para elaborar vinagre de manzana está controlado.
Como todo producto ancestral, al vinagre de manzana se le atribuyen miles de beneficios.
Que si sirve para limpiar, que si ayuda a desintoxicar el organismo, que si ayuda a perder peso…
¿Qué ha corroborado la ciencia hasta el día de hoy?
·Es antimicrobiano: ayuda a prevenir el crecimiento de patógenos como el E. coli o la Candida Albicans.
·Regula el azúcar en sangre: algunos estudios sugieren que es beneficioso para regular el azúcar en sangre, en especial para personas afectadas de diabetes tipo 2.
·Balancea el pH: no solo ayuda a prevenir infecciones de la piel como el eccema, sino que equilibra el pH de la piel ayudando a mejorar su barrera natural.
No está nada mal. ¿Te animas a probarlo?