Harina de Algarroba
El otro día os presentamos la Harina de yuca y os hablamos de la importancia de tener una gran variedad de alimentos para fomentar la biodiversidad y la gastronomía local.
La harina de algarroba, aunque ahora no lo parezca, ha sido una de las protagonistas de la alimentación en el este de la península ibérica. ¡Durante siglos! Sobre todo, en zonas rurales y en períodos de escasez (en la Guerra Civil española se extendió mucho su uso).
Es fácil ver campos de algarrobos en Andalucía, las Baleares, Catalunya y Valencia; de hecho, España es el principal productor mundial de algarroba. Y, por tanto, desde siempre se han aprovechado sus frutos.
El fruto del algarrobo tiene un color marrón oscuro y es alargado, parecido a una vaina de habas. Cuando se tuesta y se tritura, se obtiene una especie de harina que recuerda mucho al cacao.
De hecho, hay quien habla de la algarroba como el chocolate de la península ibérica. ¿Qué buena noticia, no? ¿Tenemos chocolate local y no lo sabíamos? Pues sí, tanto en textura como en sabor, el cacao y la algarroba parecen primos hermanos. Además, ambos son ricos en vitaminas y minerales ¿Sus diferencias?
La harina de algarroba, al contrario que el cacao, no tiene grasa. Por lo tanto, no se quema cuando se usa en ciertas recetas.
La harina de algarroba tampoco contiene cafeína. Otra de sus características es que tiene un alto contenido en fibra. Y tiene casi un 50% de azúcares.
No podemos prometerte que el sabor es exactamente igual. Al no tener grasa, la algarroba tampoco puede usarse para obtener manteca, con lo que no se puede transformar en “chocolate” por sí misma.
Pero es un ingrediente maravilloso para crear magdalenas, pasteles, salsas y todo tipo de recetas con una opción ‘chocolateada’ más local y enraizada en nuestro país.